
Editorial de noviembre del 2008 (Revista Imagen Deportiva)
La mentira criolla es una forma asociada al quehacer argentino, es como una picardía, una travesura, que se fue fijando en nuestra diaria convivencia y se incorporó a nuestra forma de ser como algo natural, aunque no deja de ser mentira. Mentir es engañar, es decir algo sabiendo que no es verdad y aceptarlo, nuestra sociedad que también la acepta, posiblemente padezca de esa enfermedad. Resulta muy difícil rearmar una sociedad cuando se la construye desde la mentira permanente, cuando las estructuras sociales, los servicios públicos, la justicia, las fuerzas del orden, los que legislan y gobiernan, todos quienes tienen responsabilidad con el desarrollo de la sociedad nos mienten.
Mentir es faltar el respeto, y la estructura de la sociedad argentina hoy es mentirosa.
Quizás a Ud., como a mí, le haya tocado vivir una situación de engaño en algún momento.
Desde nuestra mas tierna infancia, nos acostumbramos a compartir mentiras y engaños como algo natural, es mas hasta simpático si se quiere. ¿Quienes traen los bebés al mundo? La cigüeña, o un repollo depende el gusto del narrador.
Mentir es engañar, es decir algo sabiendo que no es verdad y aceptarlo, nuestra sociedad que también la acepta, posiblemente padezca de esa enfermedad.
Sí así empezamos, para que cambiar.
Si la calle se cruza por la esquina, nosotros lo hacemos por mitad de cuadra; si la senda peatonal indica el paso de personas, los automovilistas se estacionan sobre ella; si la prioridad de paso es del peatón, no falta quien mira para otro lado y sigue adelante sin frenar; si hay asientos para discapacitados, los que allí se sientan y no lo son, deberían levantarse sin que nadie se lo indique; “dormirse” para no cederle el asiento a una persona mayor o una mujer embarazada es no respetar códigos básicos.
La mentira se hace tan común que no nos damos cuenta que nos acompaña todo el día. La atención médica de muchas obras sociales y prepagas, que brindan malos servicios y muchas veces no cuentan con personal idóneo que atienda a los pacientes utilizando el sentido común y no el criterio de si es facturable o no, es una mentira o un engaño.
La falta de respeto o la agresión colectiva o masificada es justificable, cuando se la identifica, la culpa es del agredido porque reacciona. Se genera una falsedad tal, que nos transformamos en jueces de todo, y no juzgables por nada. Siempre la culpa la tiene “el otro” como monologaba el genial Tato Bores.
La distorsión y la mentira nos han ido llevando a situaciones de vida ridículas, en las que todo se resuelve con ofensas, agresiones y gritos, no importa la verdad, importa mi verdad. Pedir permiso, saludar, agradecer, ofrecer disculpas, son modelos perdidos para muchos, la mentira lleva a imponerse gritando, a querer dominar la situación que vivimos sin importar si lastimamos o no a la otra persona. No importa el como, llega un momento que lo descabellado parece válido y el sentido común pierde sentido.
El que miente se falta el respeto asimismo, porque necesita engañarse, pensando que engaña a otro, necesita de la mentira para sentirse bien y justificarse.
Una sociedad enferma de mentira, no sabe organizarse, no sabe generar valores, no es solidaria, no es sociedad, simplemente es una asociación o suma de individualidades que no tienen diálogo en común, y que por ello no pueden asociarse.
Cuando las individualidades, no se asocian, por mas juntas que estén siguen siendo individualidades, nunca conforman un equipo, una sociedad, los que tienen que tener objetivos comunes y respeto por las normas que se generan de esa sociedad.
Una sociedad en la que cada parte descree de las otras partes que la componen, se desacredita por si misma. Equivocarse, no es mentir, cometer errores no es engañar, estafar es mentir, robar es engañar. Mentirnos es cuando estamos encerrados en nuestras casas tras las rejas pensando que así somos mas libres, estamos mas seguros. Las plazas siempre fueron la imagen de la libertad, donde uno podía expresarse libremente, jugando, corriendo y resulta que hoy tienen rejas para dar seguridad, ¿A quién? Al que roba, porque ahora tiene los clientes encerrados en una jaula.
Construir desde lo hecho, crear sumando, pensar en cuantas cosas nos mentimos nosotros mismos, aceptando situaciones que sabemos que no son como creemos deberían ser. Cuando tenemos que justificar o buscar justificaciones es por que algo no está bien.
Demos rienda suelta a nuestra intuición, dejemos que nuestra conciencia nos diga sin ataduras que debemos hacer para evitar tantos engaños, a veces tanta racionalidad es irracional, sobre todo cuando condiciona nuestra forma de vida y nuestra felicidad.
Empecemos a darnos cuenta, empecemos a crecer desde el sentido común, desde el respeto, desde el bien común, muchas veces la mentira, el facilismo, el engaño nos llevan a nublar el pensamiento, a perder la visión de lo importante y ser parte de una masa amorfa con objetivos rastreros.
La mentira criolla se termina cuando empezamos a respetarnos y a definir nuestro propio lugar en una comunidad respetuosa de quienes la integran.
Un fuerte abrazo
Alberto Alvarez Quiroga



Excelente análisis!!!!