Hay que sacarse la careta?

     

 

Dignidad y Humanidad

   Alberto y Roxy

Donde hay grieta, seguramente hay una diferencia de criterios, y los criterios pueden ser muy diferentes. En general nuestra sociedad tiene pre-conceptos para los roles que juega cada uno de sus integrantes, médicos, docentes, bomberos, policías, deportistas, operarios, administrativos, etc.  Comúnmente de cada uno esperamos idoneidad en su función, en su rol, porque ello es lo que hace que la sociedad se enriquezca desde la diversidad y la humanidad. Cada rol tiene una interacción constante, dinámica y particular, así el docente actúa con el alumno, el médico con el paciente, teniendo cada rol un correlato.

En esa relación es determinante el aspecto humano, allí está la diferencia, en el círculo que se genera, todo vuelve.  Cumplir el rol sin compromiso, sin respeto al otro, es lo que provoca esa des-humanización.

Las personas con discapacidad, que manifiestan otras capacidades en las cuales a veces somos discapacitados, suelen ser objeto de mal trato cuando la empatía y el término PERSONA está ausente.  Si bien el colectivo de la discapacidad es itinerante, el desconocimiento, la subestimación de esta realidad, lo hace estático.

Cuando un médico ejerce su rol, poniendo en juego los valores que debe enaltecer, el paciente se encuentra sin posibilidad de ser persona, transformándose  en enfermo.

“En cada acto médico debe estar presente el respeto por el paciente y los conceptos éticos y morales; entonces la ciencia y la conciencia estarán siempre del mismo lado, del lado de la humanidad.” Dr. René Favaloro

 

Estas palabras del Dr. René Favaloro clarifican enormemente el rol de la ciencia médica, el conocimiento, sin conciencia pierde esencia.

Si el conocimiento se deshumaniza, pierde entidad, deja de enriquecer a quienes lo comparten, para quedar estancado en quien lo posee.

Las personas con discapacidad, niños, ancianos, todos, necesitamos que ese conocimiento tenga humanidad, porque si quien lo posee, lo transmite sin conciencia, genera una grieta de dolor, indignidad y humillación en el otro, que muchas veces impotente se queda sin respuestas.

Es triste ver en lo cotidiano que hay personas que desconocen el valor de su rol.  Cuando un paciente busca a un médico, está buscando contención, esperanza, respeto, en definitiva HUMANIDAD, y respuesta a una problemática, que no solo pasa por lo físico, sino también por lo emocional.

Se pierde la pureza de algunos roles, cuando el conocimiento que adquieren quienes los desarrollan se contamina con el egoísmo, con la soberbia de creerse o sentirse en un plano superior a los demás, sin escuchar, acotando así el verdadero significado de la palabra inteligencia.

Cuando se dan este tipo de situaciones, es cuando nos sentimos indefensos, a la deriva, sin rumbo, porque quien es merecedor de nuestra confianza, pareciera ponerse una careta que esconde la valía de su rol.

Si un Médico, que debe consagrar su vida al servicio de la humanidad, desempeñando su arte con conciencia y dignidad, haciendo de la salud y la vida de su enfermo la primera de sus preocupaciones, como consta entre otros puntos en el juramento hipocrático, pierde el sentido ético de su rol, se está poniendo una careta.  Lamentablemente, cuando suceden estas cosas duele muchísimo porque conlleva, a  una pérdida de jerarquía en ese rol fundamental que debe cumplir en la sociedad. Se banaliza totalmente, depreciando esa consagración. Cuando al profesional no le importa el diagnóstico, ni la medicación, porque no respeta al paciente como tal, mostrando que solo prima sostener un estatus económico social por sobre el valor de ser médico, aunque tenga su Diploma colgado en un lindo cuadro, esa persona deja de serlo.

Un profesional que atiende con negligencia, imponiendo su criterio por sobre la realidad, estafa a la sociedad en su conjunto. Es ahí, en este, como en cualquier otro rol que hay que sacarse la careta para no seguir mintiéndole a esa sociedad, que por otro lado no genera los controles pertinentes, para que esto no pase.

La justicia entonces sigue perdiendo y con ella perdemos todos, que también tenemos nuestra careta al aceptar tanta hipocresía. Cambiar, empieza en uno, y continúa por cada uno de los que son parte por acción u omisión. Entonces ¿Hay que sacarse la careta? Sin duda, para que esta sociedad enferma se transforme en una de PERSONAS CON DIGNIDAD.